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La tarjeta de crédito es un instrumento material de identificación, que puede ser una tarjeta de plástico con una banda magnética, un microchip y un número en relieve. Es emitida por un banco o entidad financiera que autoriza a la persona a cuyo favor es emitida a utilizarla como medio de pago en los negocios adheridos al sistema, mediante su firma y la exhibición de la tarjeta. Es otra modalidad de financiación; por lo tanto, el usuario debe asumir la obligación de devolver el importe dispuesto y de pagar los intereses, comisiones bancarias y gastos.

Entre las más conocidas del mercado están: Visa, MasterCard, American Express, Discover, JCB, UnionPay y Mir, entre otras.

Los usuarios tienen límites con respecto a la cantidad que pueden disponer de acuerdo con la política de riesgos existente en cada momento y a las características personales y de solvencia económica de cada usuario. Generalmente no se requiere abonar la cantidad total cada mes. En lugar de esto, el saldo (o «revolvente») acumula un interés. Se puede hacer sólo un «pago mínimo», así como pagar intereses sobre el saldo pendiente. Si se paga el saldo total, no se pagan intereses.

La mayor ventaja es la flexibilidad que le da al usuario, quien puede pagar sus saldos por completo en su fecha límite mensual o puede pagar una parte. La tarjeta establece el pago mínimo y determina los cargos de financiación para el saldo pendiente. Las tarjetas de crédito también se pueden usar en los cajeros automáticos o en un banco para servirse de un adelanto de efectivo, aunque a diferencia de las tarjetas de débito, se cobra un interés por la disposición, comisión y, en algunos países, un impuesto porque se trata de un préstamo.

Un pago con tarjeta de crédito es un pago con dinero M1, (dinero crediticio) que como todo agregado monetario distinto de M0, no es creado por los bancos centrales sino por los bancos privados o las tiendas que dan créditos. Por tanto, el hacer efectivo un cobro con tarjeta de crédito depende de la solvencia de la entidad emisora de la tarjeta. Ese dinero crediticio NO es de la persona que posee la tarjeta; lo tiene que pagar.

Se suele cobrar una cuota anual por el uso de la tarjeta.

Cuando se paga con tarjeta en el comercio, el cobrador suele pedir una identificación (identificación personal, permiso de conducir, etc.) y exige la firma del pagaré o voucher para acreditar que se es propietario de la tarjeta. Existen algunas excepciones donde no se solicita firmar el recibo; a este sistema se le denomina «autorizado sin firma» y suele utilizarse en comercios con grandes aglomeraciones de gente, como lo son cines, restaurantes de comida rápida y otros lugares similares. En algunos países se solicita el ingreso de un PIN para autorizar las compras de manera presencial.

El resumen de cuenta de la tarjeta de crédito contiene los gastos que una persona hizo durante el último mes y las cuotas pendientes de pago. En el resumen figura el total de la deuda y también un pago mínimo, por ello se puede optar por pagar sólo el mínimo para no estar en mora y pagar una multa; y financiar el resto de la deuda pagando intereses.

En caso de uso fraudulento hay que dar aviso por escrito a la entidad financiera o tienda que le da la tarjeta pidiendo que anule el cargo y seguir los trámites de cada institución. El emisor de la tarjeta debe demostrar que la compra ha sido hecha por el propietario.

En caso de robo o pérdida de la tarjeta de crédito hay que avisar en forma inmediata al emisor de la tarjeta. En Argentina la Ley 25.065 obliga a los emisores de tarjetas de crédito a tener un sistema telefónico para recibir las denuncias las 24 horas, tienen que darte un número de denuncia y el emisor debe informar a los comercios que la tarjeta ha sido cancelada por robo o pérdida.

Las compras con tarjeta de crédito pueden tener diversos seguros sobre el saldo financiado.

Existen cuatro tipos, a saber: clásica, dorada, platinum y signature o black; cada una depende en gran medida del límite de crédito que puedan otorgar.

Aunque España aún va detrás de otros países europeos en su uso, las tarjetas se han convertido en uno de los principales soportes de pago. Según datos hechos públicos por Mastercard e Inmark, 8 de cada 10 españoles disponía de una en 2017. Ya fuera de crédito, de débito o prepago. La cifra es superior a la del año anterior, cuando algo más de 7 de cada 10 decía tener una.

Te detallamos algunos aspectos.

Una tarjeta de débito es una tarjeta que sirve para utilizar los fondos depositados en la cuenta corriente o de ahorro a la que está asociada. Por tanto, el titular de una tarjeta de débito deberá ser también titular de una cuenta.

Las tarjetas de débito pueden emplearse para realizar pagos en establecimientos comerciales o retirar dinero en efectivo en oficinas y cajeros automáticos. La operación se registra instantáneamente en la cuenta asociada. Por eso, sólo se permite el cobro hasta el límite de los fondos de la cuenta. Ésa es la principal diferencia con las tarjetas de crédito.

Si no dispones de dinero suficiente, la entidad bancaria puede anticiparte la cantidad necesaria para realizar el pago, pero ten en cuenta que, en ese caso, se producirá un descubierto en cuenta y tendrás que devolver el anticipo y abonar los correspondientes intereses, comisiones bancarias y gastos.

Así, el límite lógico de una tarjeta de débito es el dinero que haya en la cuenta asociada. Además, es muy común que, por razones de seguridad, las entidades bancarias, de acuerdo con su cliente, fijen un límite diario, sobre todo para la retirada de efectivo en los cajeros automáticos.

Por su parte, una tarjeta de crédito es una tarjeta que permite hacer pagos u obtener dinero, hasta cierto límite, sin necesidad de tener fondos en la cuenta en ese mismo momento. El cliente tendrá la obligación de devolver el dinero que ha utilizado según el acuerdo fijado con la entidad.

El crédito puede devolverse de tres formas: a fin de mes (un día establecido del mes siguiente al que se efectúa la compra), mediante un porcentaje todos los meses o una cuota fija (consiste en pagar todos los meses una cifra fija establecida).

El límite de crédito significa que la entidad bancaria no atenderá pagos por encima de la cifra fijada. Asimismo, las entidades suelen fijar un límite de crédito máximo para cada categoría de tarjeta (normal, plata, oro).

Generalmente, antes de conceder una tarjeta de crédito, la entidad bancaria realiza un estudio de viabilidad, atendiendo a su política de riesgos y a las características personales y de solvencia económica de cada cliente, para asegurarse de que sea solvente.

Las tarjetas de crédito permiten, por tanto, pagar a plazos y hacer tus compras sin necesidad de desembolsar el total del pago. Por ello, la entidad bancaria cobra unos intereses al titular.  

¿Es necesario tener saldo en cuenta?
Para poder usar una tarjeta de débito es necesario que se disponga de dinero en la cuenta a la que está vinculada, al menos el importe de la compra que se va a pagar con ella. En cambio, si se utiliza una tarjeta de crédito, no: son un método de financiación.

¿Se pueden aplazar los pagos?
Las tarjetas de débito no dan la posibilidad de aplazar los pagos. Las de crédito, sí. En ocasiones, se permite elegir cuándo y cómo se van a hacer efectivos: un único pago (lo más común es que se lleve a cabo a final de mes), un porcentaje del importe del crédito que se haya usado o una cantidad concreta durante un periodo de tiempo.

¿Es sencillo conseguir una tarjeta?
El trámite de concesión de una tarjeta de débito es más fácil que el de una de crédito. Basta con ir a una oficina de la entidad (o a través de internet) y pedirla. Tras la solicitud, el banco la autorizará y posteriormente se firmará el contrato de la tarjeta y se emitirá. Con las segundas, al tratarse de un método de financiación, se analiza en profundidad el perfil de riesgo de la persona que la requiere, como si de un préstamo al consumo se tratara, para determinar si, en caso de utilizar el crédito lo va a poder retornar.

¿Tienen los mismos seguros vinculados?
Las tarjetas de débito y las de crédito pueden llevar asociados uno o varios seguros. Están detallados en el contrato de emisión y pueden ser de vida, de cobertura en viajes, por pérdida de maletas, en accidentes en transporte público… Éstos pueden ser diferentes si la tarjeta es de débito o de crédito e, incluso, entre las que son de una misma clase.

¿Añaden las mismas comisiones?
Excepto la que cobra el banco si un cliente usa el crédito de la tarjeta y no paga la cuota correspondiente, que recibe el nombre de comisión por reclamación de posiciones deudoras vencidas, tanto las de crédito como las de débito pueden llevar asociadas las comisiones más habituales si bien en las segundas suelen resultar más económicas. A modo de ejemplo, la cuota de alta en una tarjeta de crédito puede llegar a los 100 euros mientras que en una de débito no supera los 30.

¿Se pueden usar para lo mismo?
Pagar en tiendas, ya sean físicas u online, sacar dinero a débito en cajeros de la misma entidad, consultar los movimientos en las cuentas, pagos de recibos, ingresos… Son algunos de los usos que se les puede dar a ambas. En el caso de las de crédito, también se pueden aplazar pagos, usar cualquier cajero automático del mundo o hacer reservas en hoteles o viajes, alquilar coches… Algunas de estas operativas no se pueden llevar a cabo con las tarjetas de débito.

Las tarjetas monedero son plásticos que funcionan cuando el usuario carga en ellas una cierta cantidad de dinero. Es decir, en este caso, es necesario que el cliente bancario recargue la cantidad de saldo que desee utilizar para poder pagar con ella.

Las tarjetas monedero se han popularizado en los últimos años gracias al auge del comercio online. Este sistema de pago permite que los usuarios operen de una forma totalmente segura ya que no existe un vínculo entre estos plásticos y su cuenta bancaria.

Cada vez son más las grandes superficies que disponen de sus propias tarjetas de fidelización, es decir, sistemas de pago con los que sus clientes pueden aplazar las compras que realicen en ellas y disfrutar de una serie de ventajas. En algunos casos, estas tarjetas de fidelización solo permiten pagar compras en sus propios establecimientos pero cada vez son más las que permiten realizar abonos en cualquier lugar.

Las tarjetas de crédito son herramientas de financiación útiles, pero que pueden resultar muy caras si no se usan correctamente. En primer lugar, hay que tener en cuenta que pagar utilizando este tipo de plásticos tiene un precio: el banco te va a prestar un dinero que no tienes y, por tanto, te va a cobrar intereses por ello.

Eso sí, hay que tener en cuenta ciertas particularidades:

  • Si usas la tarjeta de crédito para pagar a principios del mes siguiente, la mayoría de los bancos no te cobrarán intereses
  • Los intereses por pagar con tarjeta de crédito suelen ser mucho más elevados que los que se cobran con un préstamo personal
  • Algunas tarjetas de crédito cobran un interés distinto dependiendo del plazo de devolución que decidas fijar

En segundo lugar, no hay que perder de vista que el interés por aplazar pagos no es el único coste de usar una tarjeta de crédito. Todas las tarjetas cobran comisiones por alguno de los servicios que ofrecen, aunque la política que apliquen puede ser muy distinta en función del banco y del modelo de tarjeta que se quiera elegir.

¿Qué comisiones hay que pagar por tener tarjetas de crédito?

Al contratar tarjetas de crédito, es habitual que la entidad que las emite cobre cargos como la comisión por emisión o la comisión por renovación. La comisión por emisión se aplica cuando la entidad entrega la tarjeta de crédito por primera vezal consumidor y se expresa como una cantidad fija en euros. Normalmente, si el cliente tiene la nómina domiciliada en el banco, se le suele eximir del pago de este cargo. Ahora bien, no suele suceder lo mismo con la comisión de renovación. Este coste se aplica regularmente, cada año o semestralmente, según conste en el contrato de cada tarjeta.

¿Qué comisiones se abonan por sacar dinero en cajeros con tarjetas de crédito?

Para entender cómo funcionan las comisiones por sacar en cajeros, hay que tener en cuenta una serie de cuestiones:

  • En España existen tres redes de cajeros (Servired, Euro 6000 y 4B) a las que están adheridos los bancos que operan en nuestro país. Lo normal es que los bancos cobren comisiones por sacar de dispensadores siguiendo este esquema: no cobran nada por sacar en máquinas del propio banco; cobran una comisión por sacar en las que sean de la misma red, pero de otros bancos; y aplican una comisión todavía más alta si se saca de cajeros de otras redes.
  • Más allá de este esquema, hay que tener en cuenta que las comisiones por sacar dinero de cajeros con tarjetas de crédito son superiores a las que se cobran con las de débito. ¿La razón? Cuando se saca dinero con este medio de pago no solo nos cobran por una operación de extracción; la entidad también aplicará un coste por adelantar en dinero al usuario, y ese coste se ve reflejado en la comisión que tendrá que pagar.
  • Además del esquema habitual de comisiones, el consumidor debe tener en cuenta que, antes de sacar dinero de un dispensador, la entidad a la que pertenezca el cajero deberá facilitar información sobre la comisión que habría que abonar por realizar la operación y dar la oportunidad de que el usuario la cancele si no quiere abonar los costes asociados.
  • La normativa de la Unión Europea determina que las entidades no pueden cobrar por sacar dinero en cajeros de estados comunitarios una comisión mayor de la que se abonaría por la misma operación en España. Para cumplir con esta legislación, lo que ocurre con más frecuencia es que las comisiones que se aplican por sacar con tarjetas de crédito en otras redes distintas a las del banco es el mismo coste que se cobrará si el consumidor desea disponer de efectivo en una máquina situada un país de la Unión Europea.

¿Qué comisiones hay que pagar por sacar dinero con tarjetas de crédito en el extranjero?

Cuando se utilizan las tarjetas fuera de las fronteras españolas, el consumidor debe tener en cuenta una serie de cuestiones para controlar cuáles son los gastos que podrían conllevarle estas operaciones:

  • Dentro de la Zona Euro, solo tendrá que tener en cuenta los cargos por sacar de cajeros, que serán más altos si se saca efectivo con tarjetas de crédito que si se hace con una de débito.
  • Si se viaja a un país fuera de la Eurozona, habrá que tener en cuenta varias cuestiones adicionales:
  1. Habrá que abonar un coste por sacar del cajero, pero ese cargo va a ser más alto que si la operación se realizara con plásticos de débito. Además, las comisiones también serán más elevadas que las que se aplican en la Eurozona.
  2. Además del cargo por sacar efectivo, también hay que considerar un coste más: el cambio de divisa, que se aplicará con todos los plásticos. Además, el cargo (que suele ser un porcentaje que, en algunos casos, está sujeto a un mínimo en euros) es prácticamente igual en los dos tipos de tarjetas.
  3. Cuando se realicen compras en comercios con tarjetas de crédito, al igual que ocurre al extraer dinero en cajeros, también habrá que pagar una comisión por cambio de divisa que, de media, ronda el 2,5%, sujeta a un importe fijo en euros que ronda los 2,2 euros por operación.

 

El pago aplazado en las tarjetas de crédito es una opción que, a pesar de parecer ventajosa, puede acabar convirtiéndose en una pesadilla

Tenemos un apuro, un capricho caro, un regalo para un personas importante, etc.; cualquier situación que se nos ocurra en la que debemos hacer un desembolso económico grande, puede empujarnos a tirar de tarjetas Visa, MasterCard y compañía. Son de una gran comodidad ante tales dilemas, porque podemos disponer de inmediato de un dinero que no tenemosy que nos permitirá salir del paso sin mayores apuros… en principio.

Conviene recordar que se trata de un dinero que no es nuestro, es decir que nos ha sido prestado en este caso por una entidad financiera a través de una tarjeta, y por tanto la misma se cobrará el servicio en forma de intereses. Obviamente la entidad está en su derecho y, en efecto, si a final de mes abonamos la cantidad tomada en crédito concedido, apenas tendremos que pagar intereses.

El problema radica en si utilizamos la opción de crédito aplazado que nos ofrecen numerosas tarjetas y conforme a la cual, no tenemos que pagar la cantidad que hemos tomado prestada de la tarjeta a final de mes, sino que podemos demorarla en plazos que nosotros mismos decidimos. El motivo es que los pagos aplazados de los diferentes servicios de crédito pueden tener intereses muy altos.

Intereses demasiado altos

Es posible que, medidos en TAE (tasa anual equivalente), superen el 20%, como ocurre con algunos de los servicios de financiación más conocidos, como las citadas Visa o MasterCard. En estos casos, y especialmente si nos acostumbramos a vivir a base de aplazar los pagos que vamos haciendo con la tarjeta, se acumula la deuda y con ella crecen los intereses.

De este modo podemos estar durante meses utilizando despreocupadamente la tarjeta en pagos aplazados, por ejemplo para pagar billetes de avión, hoteles en el extranjero, etc., tal como relata Gabriel, y tener un cálculo erróneo de lo que debemos al banco, puesto que al monto acumulado deberemos sumarle el interés, que cada mes se calculará sobre la deuda acumulada. Y seguirá creciendo en un clásico efecto de bola de nieve si no ponemos remedio a tiempo.

Cómo frenar el efecto

El dilema en tales situaciones es encontrar el modo de frenar esta bola de la deuda creciente y saldar el crédito de una vez por todas sin que el interés acumulado lo eternice, pero también sin que nuestra propia economía doméstica se resienta. Muchos usuarios se deciden por la opción de pagar una cuota fija al mes; la misma puede ser más o menos asequible, pero debemos saber que cuanto más baja sea, menos ayudará a resarcir la deuda, que cada mes generará un interés acumulado que incluso puede ser superior a la cuota pagada, con lo que la deuda seguirá creciendo.

Si tomamos esta opción, debemos ser realistas y fijarnos cuotas que aunque nos parezcan muy altas, eliminen la mayor parte de la deuda en pocos meses. De lo contrario está seguirá creciendo y las cuotas se alargarán mucho más de lo calculado.

La otra alternativa que suele ofrecer los servicios de crédito es pagar un porcentaje de la deuda. Aquí nuevamente debemos optar por porciones lo suficientemente altas, pero también ser conscientes de que a medida que se vaya reduciendo la deuda, también se reducirá el porcentaje que pagamos, de modo que esta nunca estará totalmente satisfecha y siempre irá generando interés, por pequeño que sea, a favor de la entidad crediticia.

Así, en una deuda de 1.000 euros a devolver el 25% cada mes, no se devuelve en cuatro meses sino que en el primero pagaríamos 250 euros, en el segundo sobre 187 euros, en el tercero cerca de 140,6 euros, en el cuarto más o menos 79 euros, en el quinto 59,6 euros, en el sexto, 44,7, etc. El pago se alargaría varios meses más y debemos tener en cuenta que estos números están calculados sin aplicar el interés, que todavía alargaría más los pagos.

Quiero comprar a crédito: ¿qué alternativas tengo?

En resumen, la mejor opción siempre es la más incómoda y muchas veces la menos posible: pagar la deuda de golpe a final de mes y cancelar así el círculo vicioso de los intereses en el que nos hemos metido. Al menos podemos intentar rebajar sustancialmente la misma con cuotas y porcentajes altos y en cuanto dispongamos de líquido asequible, la cancelamos definitivamente de forma anticipada. Solo así podremos salir de la bola.

Otra forma de evitar los pagos aplazados es rechazar las llamadas “tarjetas revolving” que últimamente algunas entidades nos ofrecen con el anzuelo de que no tienen ninguna comisión de uso. Incluso a veces nos aseguran que nos devolverán un porcentaje del gasto que hagamos con la tarjeta, que suele estar en torno al 5%.

Lo que no nos dicen es que muchas de estas tarjetas solo permiten el pago aplazado y no la devolución a fin de mes, así como que el interés devengado les compensará de sobras cualquier cesión del porcentaje de las compras. Por otro lado, si usamos una tarjeta de crédito para hacer un pago aplazado, debemos intentar que la misma tenga la opción de aplazar solo dicho pago y no el resto de la deuda que podamos generar y que queramos devolver a fin de mes.

En un documento interno el Banco de España reconocía en 2016 que este tipo de tarjetas eran problemáticas y hacía una serie de recomendaciones de buenas prácticas, entre las que se encontraba el que la entidad financiera nos hiciera una proyección de la vida del pago cada vez que lo aplazábamos, en función de las cuotas o porcentajes de liquidación, para que tuviéramos una idea de lo que realmente estábamos haciendo. Ninguna de sus recomendaciones ha sido por el momento escuchada.

Por ahorro y comodidad, cada vez más tendemos a usar nuestras tarjetas de débito y crédito cuando viajamos al extranjero. No te olvides de ellas en tu próximo destino, pero tampoco cojas el avión sin haber leído estos consejos.

Viajar al extranjero ha cambiado mucho en las últimas dos décadas. En primer lugar porque la posibilidad de tener una moneda común compartida por 19 países europeos simplifica mucho los gastos en estos destinos: gracias al euro, no hay que hacer cambios de divisas ni hacer cálculos para saber a cuánto nos sale el menú del día. Pero el verdadero cambio global lo ha traído el dinero de plástico: las tarjetas de crédito y de débito.

Son cómodas, fáciles de llevar, seguras, permiten pagar independientemente de la moneda local, se guarda un registro de cada transacción realizada, permiten retirar dinero en moneda local en los cajeros, son imprescindibles para algunas gestiones como el alquiler de coches… Sus virtudes a la hora de viajar son muchísimas y su penetración global hace fácil su uso en muchas circunstancias distintas.

Visa, por ejemplo, presume de permitir la extracción de dinero en una red que solo en Europa alcanza casi los 400.000 cajeros automáticos. La compañía está presente en más de 200 países y en millones de establecimientos.

Pero no es solo cuestión de comodidad, sino también de ahorro, como señala un estudio realizado por MasterCard junto a TNS: “Los pagos electrónicos son la opción más barata cuando se viaja al extranjero”. La retirada de efectivo en los cajeros o el cambio de divisa en destino pueden resultar mucho más costosos en función de las comisiones que se aplican en determinados países.

Las tarjetas son el medio de pago más adecuado para viajar a cualquier destino, ya que son admitidas en la mayor parte de los comercios del mundo, lo que te permitirá pagar tus compras en el extranjero. ¿Quieres saber qué tarjeta es la más rentable?

Cómo pagar en el extranjero: en efectivo o con tarjeta

Efectivo, tarjeta, cheques de viaje… ¿Cuál es la mejor forma de pagar en el extranjero?

Aunque siempre hay que llegar algo de dinero en efectivo para los pequeños pagos, nuestro consejo es recurrir a las tarjetas y usarlas siempre que sea posible. Así se limitan los riesgos que supone llevar grandes cantidades de efectivo.

Para pagar compras y servicios, lo mejor es una tarjeta de crédito sin comisiones por uso fuera de la zona euro.

Para sacar dinero del cajero, la opción más barata es una tarjeta que no cobre comisiones por extraer en cajeros en el extranjero ni por usar la tarjeta fuera de la zona euro.

Excepciones y consejos

Pero, aunque los ámbitos de consumo están cada vez más uniformizados en todo el planeta, hay que tener en cuenta una serie de excepciones y consejos a la hora de confiar todo nuestro viaje a un plástico:

  • Llevar dos tarjetas. Paco Nadal, reconocido trotamundos, señala en su blog de El País la que es una máxima en sus viajes: “Siempre llevo al menos dos, una de crédito y otra de débito de dos sistemas distintos”.
  • Considerar el destino. Estambul, Tokio o Los Ángeles pueden tener cajeros en cada esquina y datáfonos en cada comercio. Pero si pretendes recorrer en bicicleta el altiplano boliviano, saltar de isla en isla en Micronesia o tienes intención de remontar el río Congo hasta lo más profundo de su selva, igual no lo tienes tan fácil.
  • Alemania como síntoma. No se trata sólo de lugares recónditos, puede que tu destino sea un lugar tan accesible como Alemania. Este país es el ejemplo de cómo la cultura financiera local influye en los hábitos de los comercios y puede afectar al turista. Los alemanes prefieren pagar en efectivo o, a lo sumo, con su tarjeta propia, la EC Karte.
  • La particularidad de Holanda. Lo mismo que sucede en Alemania pasa en Holanda, que tiene como particularidad su preferencia por las tarjetas con PIN frente a las de firma. Así que, vayas donde vayas, mejor que te informes bien antes de llegar a tu destino para evitar sorpresas. Los foros de viajeros son un buen sitio para preguntar y conocer experiencias de otros.
  • Metálico para imprevistos. El comparador de productos bancarios CrediMarket también recomienda, en este artículo en Expansión, ahorrar con el pago con tarjeta cuando se sale de la zona euro, ya que te evitas la comisión del cambio de divisa restante. Pero también señalan que “siempre es aconsejable, para cubrir cualquier imprevisto, llevar una cantidad de dinero en metálico”.
  • En cajero, mejor débito. Así lo indica la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU): “Comprueba qué comisiones te van a cobrar por extraer dinero en cajeros automáticos en el extranjero. Normalmente cobran menos con las tarjetas de débito que con las de crédito”.
  • Antes del viaje, comprueba las comisiones por utilización fuera de la zona euro de tus tarjetas. Si las tuyas tienen esa comisión, puedes solicitar alguna de las tarjetas que no cobran nada.

  • Entérate también de lo que te cobran por sacar dinero en el extranjero: hay algunas tarjetas que no cobran nada por hacerlo, una opción a valorar si viajas fuera con frecuencia.

  • Haz números, un cálculo aproximado de lo que vas a gastar y asegúrate de que el límite de la tarjeta es suficiente. Si lo necesitas, estás a tiempo de solicitar a tu banco que amplíe el límite de crédito para no agotar el saldo durante las vacaciones.

  • Los cajeros de otros países te pueden cobrar una comisión por su uso, independiente de la que te cobra tu banco. En algunos países el cajero informa en pantalla de la comisión aplicable y es posible cancelar la operación si no nos parece adecuada.

  • En países como Estados Unidos o Reino Unido son habituales los cajeros de “marca blanca”, que no están vinculados con ninguna entidad bancaria. Atento: utilizar algunos de estos cajeros, sobre todo en los situados en aeropuertos y estaciones, puede salirte más caro.

  • Si estás fuera de la zona euro y el cajero o el TPV del comercio te ofrece la posibilidad de realizar el pago en euros, es mejor rechazar esta posibilidad y elegir el pago en la moneda local: el tipo de cambio que aplican en estos casos suele ser muy perjudicial.

  • Las entidades disponen de números de teléfono específicos y generalmente gratuitos para llamar desde el extranjero y anular la tarjeta en caso de robo o pérdida. Infórmate bien y anótalos antes de salir de viaje.

  • Mucho cuidado con cargos duplicados

Las tarjetas son el medio de pago favorito de los españoles. La clave de su éxito está en su versatilidad, y las posibilidades que ofrecen al consumidor para pagar sin necesidad de tener dinero, características que las han convertido en el principal medio de pago de las compras a distancia. Quizá el principal “pero” que se le puede poner al uso de las tarjetas son los riesgos que se derivan de su utilización fraudulenta.

Una vez se ha comunicado el robo a la entidad, el usuario deja de ser responsable, pero hasta entonces es suya la responsabilidad. La Recomendación Europea de Medios de Pago estableció que en los contratos se incluyera una cláusula que limitara la responsabilidad antes de la comunicación del robo o pérdida, fijando en 150 euros la cantidad máxima que debía afrontar el usuario en caso de un uso fraudulento de su tarjeta tras un robo o pérdida

Las entidades limitan la responsabilidad de los usuarios en caso de uso fraudulento… siempre que no exista mala fe o negligencia grave.

En las compras a distancia (a través de Internet o por teléfono) es mejor usar el sistema de “compra segura”, siempre que los mecanismos de autenticación que ofrezca la entidad sean lo bastante fiables. Por ejemplo, aporta una garantía adicional el método que emplean algunas entidades de enviar una clave aleatoria al teléfono móvil;
sin embargo, la utilización del PIN de la tarjeta, tan fácil de conseguir para los ladrones, es insuficiente.

Consejos para evitar problemas

  • Firma la tarjeta nada más recibirla.
  • No lleves encima el número secreto anotado, y tampoco lo apuntes en un sitio accesible. Es mejor que lo memorices, aunque debes evitar fechas muy significativas, como la fecha de nacimiento, números del DNI o de teléfono, etc.
  • Hay que ser cuidadoso con los extractos de cajeros, recibos de compra y otros documentos donde pueda aparecer el número de la tarjeta. Piensa que el número y la fecha de caducidad bastan para hacer una compra por teléfono o Internet.
  • Si observas algún dispositivo sospechoso en el cajero, no lo uses. Evita abrir la puerta para acceder a cajeros situados en el interior del banco, pues ese es un sitio habitual para colocar grabadores de tarjetas. Si quieres usar esa terminal, intenta abrir la puerta con otra tarjeta de banda magnética (tarjeta sanitaria, de un club, etc.).
  • Cuando utilices la tarjeta para pagar una compra o servicio, procura no perderla de vista.
  • Plantéate la posibilidad de emplear medidas de seguridad adicionales, como el envío de SMS al móvil cada vez que se use la tarjeta.
  • Si aún así te roban o duplican la tarjeta, avisa a la entidad cuanto antes, y confirma la comunicación por escrito, para que quede constancia. Denúncialo también en comisaría. Pide que te devuelvan el importe defraudado y exige los justificantes de todas las operaciones realizadas con la tarjeta: si los resguardos están sin firmar o si la firma es muy diferente, reclama, el banco está obligado a devolverte todas las cantidades defraudadas, incluso las que no superen el límite de responsabilidad. Si se trata de una compra a distancia (por teléfono o Internet), puedes exigir que anulen el cargo, pues el titular no es responsable si el medio de pago no se presentó físicamente.
  • Estate atento a los intentos de conseguir el código de seguridad CVV de la tarjeta.
  • A veces las pólizas de seguros de hogar cubren el robo o pérdida de tarjetas: compruébalo.

Si tu tarjeta de crédito ya no te devuelve dinero cuando la usas o te cobran una comisión exagerada por renovarla, es muy posible que haya dejado de ser interesante que la tengas. Si es así, despídete de ella sin remordimientos, cámbiala por otra mejor para ti, no para el banco.

Te has acostumbrado a pagarlo todo con tarjeta porque cuanto más la usas, más bonificaciones consigues: te devuelve un porcentaje del gasto en el hipermercado, obtienes descuentos en la gasolinera o te da puntos de servicios de una empresa determinada. Tenemos malas noticias. Desde que los emisores de tarjetas de crédito tienen limitadas las comisiones que pueden cobrar a los comerciantes, sus márgenes de beneficio se han reducido. Lo más probable es que esto provoque un empeoramiento de las condiciones de las tarjetas para los consumidores, tal vez incrementando las comisiones de emisión y de renovación anual o disminuyendo los incentivos por usar la tarjeta.

Con avisar es suficiente

Las entidades tienen permitido modificar las condiciones de las tarjetas de crédito en cualquier momento. Basta con que comuniquen a los titulares las nuevas condiciones  para que se hagan efectivas. La comunicación tiene que hacerse a cada titular de manera individualizada, en papel u otro soporte duradero, y con una antelación de al menos dos meses respecto de la fecha de su entrada en vigor, salvo que las nuevas condiciones sean más favorables para el consumidor, en cuyo caso se podrán aplicar de manera inmediata.

De la misma forma que las condiciones de las tarjetas pueden cambiar en cualquier momento, los usuarios podemos dar por finalizado el contrato cuando nos plazca. Para ello solo nos exigen tener pagada toda la deuda pendiente (si es que hemos comprado con pago aplazado), más los intereses generados hasta el día del reembolso, y comunicar a la entidad emisora nuestra intención con la antelación prevista en el contrato (nunca más de un mes).

En caso de que ya hubieras pagado la comisión de emisión o de renovación anual de la tarjeta que vas a anular, la entidad tendría que devolverte la parte proporcional que corresponda.

Si tienes alguna tarjeta que ya no utilizas, nuestra recomendación es que la canceles. De esta manera evitarás los riesgos de una posible utilización fraudulenta si la pierdas o te la roban.

Buena para tu perfil de usuario

Todas las tarjetas de crédito ofrecen lo mismo: pagar sin necesidad de llevar dinero. Lo que distingue a una tarjeta de crédito de otra es lo que cuesta, las comisiones, y las ventajas adicionales que ofrece.

La mejor opción es escoger la tarjeta con la que puedas obtener el máximo rendimiento según tu perfil de utilización: cuánto gastas al año, si viajas fuera de la zona Euro, si consumes mucho carburante…

  1. Comunicar el suceso: lo primero es llamar por teléfono a su banco para anular las tarjetas. Todas las entidades emisoras de tarjetas tienen teléfonos las 24 horas para comunicar estas incidencias. 
  2. Denunciarlo: si se trata de un robo o de un posible caso de robo de los datos de la tarjeta, se debe presentar denuncia en la comisaría de policía. 
  3. Reclamar: en caso de que la entidad no quisiera hacerse cargo de las cantidades defraudas, se debe reclamar ante el Servicio de atención al cliente o el defensor del cliente de la entidad. 
  4. Si pasan dos meses sin contestación o si la solución no es satisfactoria, se podrá reclamar en el Departamento de Conducta de Mercado, sito en la Calle Alcalá, 48, 28014, en Madrid; con teléfono 901 545 400.

Afortunadamente, en caso de que seamos víctimas de un uso fraudulento los consumidores estamos protegidos: la Ley de Servicios de Pago limita la responsabilidad del titular. Así:

  • En los supuestos de copia o duplicado de la tarjeta, como el usuario no pierde en ningún su posesión y no tiene forma de conocer que se está produciendo el fraude, el banco le deberá devolver de inmediato el importe total de la operación no autorizada, sin que el usuario deba responsabilizarse de ninguna cantidad.
  • En los casos en que el fraude se produzca como consecuencia del robo o pérdida de tarjeta, el usuario es responsable por el uso fraudulento antes de la comunicación del robo o la pérdida, pero por una cuantía limitada a un máximo de 50 euros salvo culpa o negligencia grave.

Afortunadamente no pasa todos los días, pero puede suceder que te carguen en la tarjeta, dos veces, el mismo concepto

Consultas el extracto de tu tarjeta y ¡sorpresa! hay un cargo duplicado, es decir, te han cobrado dos veces por lo mismo. Estos cargos duplicados se producen normalmente por un error del comercio, pero pueden deberse a cualquier otra causa. ¿Cómo debes actuar ante un caso así?  Te lo contamos, con la normativa en la mano.

Tres pasos para recuperar tu dinero

  • Siempre que detectes una operación de pago no autorizada (y que te cobren dos veces por lo mismo lo es), debes reclamar al emisor de la tarjeta, o sea, al banco: presenta una reclamación a tu entidad. Tienes un plazo de 13 meses desde la fecha del cargo.
  • Al recibir la reclamación, la entidad comprobará si la orden de pago está autorizada, registrada con exactitud y contabilizada. También deberá comprobar si hubo un  fallo técnico o cualquier otra deficiencia.
  • Una vez realizadas las comprobaciones y detectado el fallo, procederán a devolverte tu dinero: el emisor de la tarjeta te abonará el dinero en la tarjeta de crédito o, si se trata de una tarjeta de débito, en tu cuenta corriente.

Revisar el extracto te evita sustos

Siempre es conveniente revisar los extractos de las tarjetas de crédito y débito, no solo para detectar posibles errores, como puede ser el caso de un cargo duplicado, sino también para detectar cargos fraudulentos porque un tercero haya podido acceder a los datos de tu tarjeta: en caso de uso fraudulento, debes seguir los mismos pasos.

En uno y otro caso, recuerda que el plazo máximo para reclamar es de 13 meses, a contar desde la fecha del cargo.

Como vemos, el consumidor está protegido ante errores y engaños, pues la entidad responde.

Actualmente, existe una enorme cantidad de entidades bancarias que ofrecen sus propias aplicaciones para poder utilizar el Smartphone como medio de pago.

Los requisitos fundamentales son que se trate de un dispositivo con tecnología NFC y no haber sido “rooteado”, algo relativamente frecuente entre móviles Android.

¿Cómo funcionan estas aplicaciones?

Es bastante, sencillo.

Lo primero que hay que hacer es dar de alta una o varias tarjetas de crédito o débito que estén a tu nombre.

Una vez se haya cumplido con esa formalidad, podrás acudir a todos los establecimientos que dispongan de un datáfono con tecnología NFC, introducir tu PIN en la aplicación y acercar tu móvil al datafono.

¿Cuáles son las principales aplicaciones emitidas por los bancos para el pago a través del móvil?

Para poder utilizar estas aplicaciones, es necesario que el móvil cuente con un sistema operativo Android 4.4 o superior.

BBVA Wallet

Todos los clientes del BBVA pueden descargarse esta aplicación en su móvil y pagar en todos los TPVs compatibles.

Además, podrán recibir promociones, descuentos, etc.

CaixaBank Pay

Con CaixaBank Pay, los clientes de CaixaBank pueden dar de alta sus tarjetas de débito y crédito que hayan sido emitidas por esta entidad para después pagar en establecimientos con TPV Contactless.

Tienen la ventaja de que también permite que los particulares se envíen dinero entre sí, además de poder gestionar las cuentas cómodamente desde el Smartphone.

ImaginBank

Es una aplicación similar a la de la casa matriz CaixaBank pero para clientes del banco online ImaginBank.

Santander Wallet

Santander Wallet permite a los clientes del Banco Santander dar de alta todas sus tarjetas de débito y crédito, para después pagar en los establecimientos a través del Smartphone.

Sabadell Wallet

Esta aplicación permite a los clientes del Banco Sabadell utilizar sus tarjetas a través del Smartphone, así como gestionar los pagos. Además, también permite enviar dinero a sus contactos.

ING Direct

Con ING Direct se puede dar de alta una tarjeta MasterCard y realizar pagos contactless en los establecimientos que cuenten con TPV de este tipo.

Bankinter Pagos TVM

Ésta es la aplicación creada para los clientes de Bankinter.

Tiene la particularidad de que, en lugar de dar de alta una tarjeta física, lo que hace es generar tarjetas de crédito o débito virtuales y de un solo uso.

Sólo es compatible con Android 4.4 y Android 5.0

Bankia Wallet

Con Bankia Wallet, los clientes de Bankia pueden usar sus tarjetas Visa para pagar en establecimientos directamente con su móvil.

Otras aplicaciones generalistas para pagar con el móvil

Samsung Pay

Samsung Pay ha sido una de las últimas aplicaciones en llegar al mercado.

Como ya imaginarás, es compatible con los principales modelos de la marca Samsung; es decir, los Galaxy s6, s7, s8 y s9.

Vodafone Wallet

Vodafone pone a disposición de sus clientes esta app con la que pueden dar de alta sus tarjetas bancarias, así como utilizar tarjetas de fidelización. Requiere una tarjeta SIM NFC y, antes de descargarla, conviene comprobar cuáles son los dispositivos compatibles.

Orange Cash

Esta aplicación es la versión de Orange para sus propios clientes. Ofrece las mismas características que las anteriores.

Paypal Here

Paypal Here es la versión móvil del popular servicio de pagos seguros a través de Internet Paypal.

Técnicamente, también se puede equiparar con el resto de casos, dado que Paypal funciona dando de alta tus tarjetas de crédito o debido. Además, es posible depositar el saldo en la cuenta de Paypal, para realizar compras.

Apple Pay

Apple Pay. Su llegada a España fue en diciembre de 2016 gracias a American Express, está disponible para Bankinter, CaixaBank (e imaginBank), Caja Rural, Evo Bank, Santander y N26. Según Apple, próximamente se sumarán a este servicio BancaMarch, Bankia, BBVA y Banc Sabadell.

Android Pay

Android Pay llegó a españa en septiembre de 2017 y está disponible para BBVA, Openbank y N26.

Por ahora, la proliferación de estas aplicaciones está siendo relativamente modesta. Esto es debido a que los usuarios aún son grandes desconocedores de este tipo de tecnología y necesitan cambiar sus hábitos para pasar de sacar la tarjeta, a sacar el Smartphone en el momento de pagar.

En un primer momento, también se criticó que no resultaba tan cómodo como parecía. Sin embargo, la incorporación del reconocimiento de huella dactilar, así como la compatibilidad con los smartwatches ha resuelto bastante ese problema.

Las tarjetas de crédito pueden ser muy útiles si las usas correctamente. Entre sus ventajas, permiten comprar con descuentos en algunos establecimientos o asegurar determinadas compras o viajes. El problema es que la mayoría de la gente las utiliza mal o muy mal. Si en algún momento caíste en la trampa de las deudas de tarjetas y ahora no sabes cómo salir de ella, lo que vas a leer a continuación podría ser la solución a tus problemas.

Pasos para acabar con las deudas de tarjetas de crédito

Deja de generar nuevas deudas de tarjetas.

Es un paso previo, lógico y fundamental. Si quieres acabar con tus deudas actuales no puedes generar deuda nueva. En otras palabras, no puedes seguir usando las tarjetas porque si lo haces, por mucha deuda que liquides, seguirás sumando más. Si tu fuerza de voluntad es pequeña, coge unas tijeras y corta las tarjetas por la mitad.

Aumenta tus ingresos.

Conseguir un ingreso extra te será de gran ayuda para cancelar las deudas de tarjetas sin hacer malabares. La gente se asusta al leer esto y se excusa en que no tiene tiempo o en que no sabe por dónde empezar. En realidad, no tiene por qué ser difícil. Aquí van algunas ideas:

  • Vende lo que no necesites. Todo el mundo tiene cosas en casa que no usa y que acumula sin necesidad. Tú también, y deberías venderlas. Llévalas a un Cash Converter de toda la vida. O más fácil aún, véndelas sin moverte del sofá en Wallapop.
  • Vende un servicio. También todos destacamos por saber hacer algo mejor que los demás y a veces ese algo no deja de ser un hobbie. ¿Por qué no vender nuestra habilidad y obtener un ingreso extra? Por ejemplo, ganar dinero con un blog.

Hay más fórmulas. Lo único que tienes que hacer es pensar un poco en qué puedes ofrecer a los que te rodean. De lo que se trata es de generar un pequeño (o quizás gran) ingreso extra que te será de gran ayuda para cancelar las deudas de tus tarjetas de crédito.

Prioriza el pago de las distintas tarjetas.

El siguiente paso consiste en decidir el orden en el que quieres cancelar las deudas de las distintas tarjetas. Te recomendamos tres fórmulas:

  • Por el importe de la deuda: primero las deudas más pequeñas y luego las más grandes.
  • Por los intereses: primero las deudas más caras y luego las más baratas.
  • Por preferencias personales: primero las deudas de las entidades que peor te caen y luego las de las más enrolladas.

Si no sabes por cuál decidirte te recomendamos la primera, ya que es con la que verás resultados positivos antes.

Usa el método de la bola de nieve.

Ha llegado el momento de cancelar las deudas una a una y lo harás con el popular método cascada o de la bola de nieve. Lo primero que has de hacer es cambiar la modalidad de pago de todas las tarjetas que tienes menos de la que quieres cancelar en primer lugar. Pasarás a pagar el importe mínimo.

Lo que dejas de pagar con estas tarjetas al reducir su importe lo destinarás a cancelar la deuda de la tarjeta elegida. Así, si te “encuentras” con 90 euros extras como resultado de reducir la forma de pago de un par de tarjetas, ese dinero lo usarás para pagar la tarjeta que quieres cancelar en primer lugar. El resultado es que te resultará más fácil cancelar tu primera deuda.

Cuando termines de pagar esa primera deuda, el dinero que dejas de pagar lo utilizarás para cancelar la siguiente deuda de la lista. Y así una tras otra hasta cancelar las deudas de todas las tarjetas de crédito una a una.

Para terminar, un último consejo. Cuando acabes el ciclo, sanees tu economía y las deudas solo sean cosa del pasado, cancela todas tus tarjetas y quédate solo con una. No necesitas más.

Las tarjetas de crédito tienen varios puntos positivos

Seguros adicionales. Las tarjetas de crédito pueden incluir todo tipo de seguros con mayores o menores coberturas. Los más habituales son el seguro de viaje, que cubren desde accidentes hasta gastos médicos de viaje, seguro de daños o pérdida de equipaje e incluso seguro de vida para cubrir el saldo de la tarjeta en el momento del fallecimiento del titular. Además, también incluyen un seguro por robo y extravío, un seguro contra el fraude y un seguro de protección de compra que cubre el robo o el daño accidental de lo que hayas comprado con la tarjeta.

Las aceptan en todos los lugares. Hay lugares en los que no podrás pagar con una tarjeta de débito, como por ejemplo cuando pretendas alquilar un coche. Muchas empresas pedirán que pagues con una tarjeta de crédito precisamente porque gracias al crédito se aseguran que, aunque no tengas fondos en tu cuenta, podrán cobrar. Del mismo modo, si viajas al extranjero es más fácil que acepten tu dinero de plástico cuando es a crédito que cuando es a débito.

Frente a estas dos ventajas se colocan una serie de inconvenientes que merece la pena conocer y valorar. Algunos seguro que ya los has adivinado.

Es muy fácil descuidarse y terminar activando el crédito. Existen diferentes modalidades de tarjeta de crédito y la mayoría de bancos tratarán de que elijas el pago aplazado, con el que abonarás una cantidad cada mes a la financiera independientemente de lo que gastes, por lo que estarás pagando intereses desde el minuto cero. Sin embargo, la fórmula por la que la mayoría de personas se decanta es el pago mensual por la totalidad del gasto, mediante el cual se van acumulando compras y dispendios y, llegado un determinado día de mes, se pagan. Si hay dinero en la cuenta, todo perfecto, pero en caso contrario es cuando se activa el crédito que puede hacerte pagar intereses superiores al 15%. El problema es que es muy fácil terminar activando el crédito porque en ningún momento al consultar tu cuenta corriente verás reflejado el dinero que te has gastado ese mes porque no se resta hasta el día de pago. Ten siempre presentes los peligros de la deuda.

Compras cosas que no necesitas. Y como no ves cuánto te estás gastando, es muy sencillo que termines gastando más de la cuenta. De hecho, lo más habitual es que compres cosas que no necesitas sólo porque puedes hacerlo y que además gastes más de lo que querías en un mismo objeto. En lugar de la televisión de 400 euros comprarás la de 450 o 500 euros.

Descuadra tu gestión financiera. Los intereses de la tarjeta de crédito harán que sea muy difícil ajustarte a tu presupuesto porque variarán en función de lo que gastes y del capital que amortices. Recuerda que sin planificación es complicado gestionar adecuadamente tu dinero.

Tienen más gastos y comisiones. Empezando por la cuota de emisión y renovación y siguiendo por comisiones de traspaso de fondos o de disposición de efectivo en cajero, tener una tarjeta de crédito es más caro que disponer de una de débito.

Comisiones y tarjetas de crédito son un matrimonio de conveniencia inseparable, pero existe una gran diferencia entre pagar las comisiones justas y pagar todas las comisiones que por defecto incluye tu tarjeta.

Si no sabes cuántas comisiones estás pagando te recomiendo que eches un vistazo al contrato de tu tarjeta de crédito. No te asustes cuando veas la cantidad de comisiones y gastos ni la cuantía que pueden llegar a cobrarte.

Revisa el sistema de pago y si lo tienes la tarjeta en modo revolving elimínalo. Este es uno de los fallos más repetidos con las tarjetas de crédito que puede hacerte pagar mucho dinero al banco sin que te des cuenta.

Una vez hayas cambiado el método de pago por el pago aplazado a final de mes puedes empezar a pelear las comisiones que tu banco te está cobrando por la tarjeta. Esto es lo que debes hacer.

Paso 1. Pon nombre y apellido a las comisiones

Apunta en un papel cada comisión que quieres eliminar y cuánto te cuesta al año. Para empezar puedes ir a por la comisión de mantenimiento o emisión.

Paso 2. Crea competencia, busca alternativas en el mercado

Encuentra una tarjeta de otro banco que no cobre esa comisión que quieres eliminar. Te servirá para demostrar que tienes otras alternativas a su tarjeta y que esa comisión es algo que te preocupa. Puedes usar comparadores como Productosbancarios.net para ver la oferta que hay en el mercado.

Paso 3. Llama a tu banco

Todavía no vayas a tu oficina. Es más fácil conseguir tu objetivo con los servicios de atención telefónica que en la propia oficina. Por un lado, tienden a ser más ágiles en la resolución de problemas y, por otro, los empleados de la sucursal están más acostumbrados que tú a negociar cara a cara, donde el trato humano es clave.

En la llamada debes exponer claramente el problema y hacerte valer como cliente. Para ello sigue este guión .

  • Explícales que estás contento con el banco y con el trato que te ofrecen, pero que “de verdad” (usa ese término concreto) quieres eliminar esa comisión que te está costando XX euros al año.
  • Pon como ejemplo la tarjeta alternativa que has encontrado sin comisión. Quieres las mismas condiciones. Esta técnica de negociación se llama anchoring y con ella estás poniendo en la cabeza de la otra persona una cifra que se convertirá en su referencia.
  • Recuérdales que eres un buen cliente. Ponte en valor con tu antigüedad, nómina, hipoteca, historial de pagos…

En este punto la persona al otro lado de la línea te dirá que es imposible atender tu petición con una frase como “entiendo lo que me pide, pero no podemos eliminar esas comisiones”. No es cierto. Todas las comisiones se pueden negociar y adaptar según el interés que tenga el banco en el cliente. Si algo hacen bien las entidades financieras es usar sus datos para saber qué perfil de cliente les interesa y hasta dónde están dispuestos a llegar por él. Por eso mismo insiste en que te gustará que te quiten las comisiones (no te gustaría, te gustará).

Insistir también es un arte y para hacerlo sin llevarte una negativa debes hacer estas dos cosas:

  • Evita preguntas que se puedan responder con un sí o un no. Nunca digas frases como “¿Pero de verdad no podéis quitarme esa comisión?” o “¿No hay nada más que pueda hacer?”
  • Utiliza preguntas que les traslada a ellos la responsabilidad de resolver el problema y además les permites quedar bien ayudándote. Dos buenos ejemplos serían “Yo quiero seguir con vosotros, ¿cómo podéis hacer para igualar las condiciones que me han ofrecido?” “De verdad que me gustaría que me quitaseis esta comisión ¿qué puedes hacer para ayudarme?”.

En caso de una nueva negativa, pide hablar con un superior o un responsable. Es muy fácil que no puedan pasarte con él, pero tampoco podrán colgarte (ningún operador puede finalizar la llamada, debe de ser el cliente el que lo haga). En este punto una de las alternativas más comunes es la de pasar la queja al departamento correspondiente. Si lo hacen, anota el nombre de la persona que te atendió y su número de identificación, así como la hora de la llamada. Además, pídele que te diga qué día se podrá en contacto contigo el departamento correspondiente. Si no lo hacen, llama de nuevo.

Lo más normal es que consigas tu objetivo en esa llamada o en la segunda. Si no es así, habrá llegado el momento de acudir a la oficina. Al hacerlo, pide hablar director. Recuerda que eres importante para el banco y que no quieres volver a tener que esperar a que la persona que te atienda busque permiso para eliminar esa comisión.

Durante la conversación repite el guión anterior y sé asertivo. Nunca pierdas de vista tu objetivo ni que todas las comisiones son negociables. El banco tiene claros sus números y si eres importante para ellos estarán dispuestos a quitarte esa comisión.

Depende de tu tarjeta de crédito. Alguna entidades no cobran intereses si se reembolsa el pago a final de mes, por otro lado, algunas entidades suelen lanzar promociones puntuales que permiten financiar operaciones a corto plazo sin tener que pagar intereses ni comisiones.

Actualmente, la situación económica ha llevado a muchas personas a inclinarse por el uso de tarjetas de crédito, ya que no se necesita tener efectivo disponible para realizar compras.

Gracias a este medio de pago, las personas pueden realizar compras y gastos que no tenían previstos en sus cuentas porque pueden financiar sus precios y pagarlos en varias cuotas.

Los pagos deben realizarse de forma mensual, pero lo mejor es que las entidades ofrecen facilidades y opciones de pago para que sus clientes puedan personalizar las formas de pago de la manera que mejor se adapte a su presupuesto. Es decir, cada persona, según su ingreso mensual puede optar por alguno de los planes de pagos disponibles para que así cubrir este gasto no se convierta en un contratiempo económico.

La mayoría de las entidades bancarias ofrecen varios tipos de tarjetas de crédito a sus clientes, esto genera una gran competencia entre ellas y es justamente por esto que intentan cada día mejorar sus servicios y ofrecer más facilidades de pagos para que sus beneficios capten a más clientes, como lo hicieron con el pago aplazado a cuota fija o cuota porcentual. Debes estudiar bien cada una de sus características para conocer cuál de ellas es la mejor tarjeta de crédito.

Pago total al comenzar el mes

Gran parte de las personas utilizan sus tarjetas de crédito para realizar compras o para abonar gastos durante todo el periodo de un mes, el cual luego deberá será abonado por el cliente en una determinada fecha acordada ya anteriormente. Esta es una de las maneras más comunes de utilizar la tarjeta de crédito ya que permite realizar cualquier gasto, sin límites, que serán pagados al próximo mes. Es una de las modalidades más elegidas por no tener que pagar comisiones o intereses.

Pago aplazado

El pago aplazado es una manera más flexible de poder pagar las tarjetas de crédito, ya que le permite al cliente realizar gastos y luego poder pagarlos en varias cuotas. Según dicen las entidades bancarias, es una manera de pago que ofrece muchas más ventajas que la descrita anteriormente, ya que el cliente tiene la opción de adecuarlas a su situación financiera y así no tener que desembolsar grandes cantidades de dinero.

La modalidad de pago aplazado ofrece una cierta cantidad de dinero disponible para que el cliente pueda utilizarla y luego devolverla en plazos. Esta cantidad de dinero se decidirá en el momento de la contratación de la tarjeta, según las disponibilidades del banco y los requisitos requeridos, igualmente luego puede ser modificada. Esta forma de pago les da la posibilidad de realizar compras o abonar gastos, hasta que todo el límite de dinero se vea cubierto. Luego, según los pagos del cliente, la disponibilidad de dinero se irá reponiendo para que pueda ser utilizado nuevamente.

La única desventaja que presentan los pagos aplazados son sus altos intereses. Aunque estos van variando según la oferta y las promociones de cada entidad bancaria, y así también según el tipo de pago aplazado elegido y la cantidad de cuotas a pagar, generalmente son muy altos. Los intereses de los pagos aplazados rondan en casi un 20% del pago total, aun así muchas personas siguen optando por esta modalidad de pago por todas las demás ventajas que ofrecen.

Tipos de pago aplazado

Como decíamos anteriormente, los intereses de los pagos aplazados van variando según el tipo de pago aplazado que se haya elegido. Existen dos formas de pago distintas para que el cliente pueda abonar sus gastos de tarjeta de crédito, para que de esta manera cada cual pueda optar por la más conveniente según su presupuesto mensual.

  • Pago aplazado cuota fija: En esta opción el cliente deberá abonar de forma mensual una cantidad de dinero fija. Aunque el importe a abonar queda a elección de él, siempre en previo acuerdo con la entidad bancaria, no puede ser menos de 30 euros.
  • Pago aplazado con cuota porcentual: En esta modalidad, el cliente, debe abonar mensualmente solo un porcentaje del dinero total gastado. También puede ser decidido por el cliente, pero como mínimo debe tratarse de entre un 3% o 5% o 30 euros.

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