Empezó como una expresión más del malestar empresarial, pero la Crida del Metall Català y su convocatoria de un acto reivindicativo para mañana, martes, está consiguiendo un amplio respaldo hasta el punto de convertirse en símbolo de la rebelión de las pymes. El acto, una gran asamblea en el Palau de Congressos de Barcelona, se ha organizado a iniciativa de la Unió Patronal Metallúrgica (UPM), que preside Antoni Marsal, y en él intervendrán los presidentes de Foment del Treball, Juan Rosell, y de la CEOE, Gerardo Díaz Ferran.
“La Administración nos tiene que escuchar. Tiene que entender que, en la actual situación de crisis, es prioritario salvar empresas. Porque la que cierra ya no vuelve abrir: se pierde el empleo, la inversión y el talento”, dice Antoni Marsal, que asegura no estar sorprendido por el eco que está teniendo la convocatoria. “Queríamos demostrar que el sector del metal es clave para la economía catalana y que tiene futuro. Luego, se han sumado otras patronales intersectoriales, porque en definitiva todos tenemos problemas similares”.
En efecto, la convocatoria de la Unió Metal · lúrgica de Catalunya, que agrupa a la barcelonesa UPMy a las organizaciones sectoriales de las otras tres provincias catalanas, cuenta con el respaldo de la organización española Confemetal, de Cecot, de la Cambra de Comerç de Barcelona y de la Confederación de Empresarios del Metal de Zaragoza. Se espera una asistencia masiva, con más de un millar de empresarios.
“Es sólo el principio”, sostiene Marsal, que explica que después del encuentro del Palau de Congressos “tendremos que seguir trabajando para conseguir nuestras peticiones”.
“Está claro – añade-que algo está fallando en el sistema. ¿Cómo es posible que no esté llegando financiación a las pymes después de las dotaciones que se han aprobado para la banca?”.
“El Gobierno ha aprobado ya varios planes yun sinfín de medidas en principio destinadas a reanimar la economía. Pero los problemas de las empresas siguen siendo los mismos. Por ejemplo, se ha aprobado una ley para adelantar las devoluciones del IVA. La realidad es que las devoluciones no están llegando”, corrobora Juan Rosell, presidente de Foment del Treball, muy crítico con la falta de flexibilidad que está mostrando la Agencia Tributaria en una situación tan difícil como la actual. “Hay embargos de 15 euros y multas de 200 euros”, explica a modo de ejemplo.
Pero aun así Rosell opina que de la movilización del día 10 – “es una asamblea”, puntualiza-debe salir sobre todo “un mensaje de cierto optimismo sobre la capacidad de superar esta situación tan difícil”. “Los políticos tienen que hacer un ejercicio de responsabilidad y dejarse de enfrentamientos estériles”.
Las peticiones empresariales que se expresarán en la asamblea giran en torno a tres líneas principales. La primera incluirá medidas para animar la actividad, lo que incluye bajadas de impuestos y aplazamientos de las cuotas a la Seguridad Social. La segunda, medidas para que realmente se vuelva a abrir el grifo de la financiación de las actividades productivas. Y la tercera está relacionada con la competitividad, lo que incluiría un mercado laboral más flexible. En este último punto no hay unanimidad, según coinciden fuentes de Foment y de la UPM, puesto que en aras de una mayor efectividad se quiere incidir en medidas que no tengan “un elevado coste político”.
Hoy por hoy, los dos problemas más acuciantes son las dificultades de financiación y la morosidad. “Estamos en un círculo vicioso: la falta de crédito provoca situaciones de insolvencia”, afirma Joan Pujol, secretario general de Foment. “En estos momentos no disponemos ni del 40% de las facilidades de crédito que había en septiembre”, añade.
Numerosos indicadores muestran cómo la crisis está haciendo mella en el tejido empresarial, que en Catalunya está formado en su mayoría por pequeñas y medianas empresas. Nadie en el sector financiero admite haber cerrado el grifo del crédito, con el argumento de que lo único que se ha hecho es aumentar la cautela para asegurar la solvencia de las operaciones. Pero hace sólo unos días una encuesta del Consejo Superior de Cámaras de Comercio revelaba que cuatro de cada cinco pymes (un 80%) han tenido problemas para obtener financiación. Y un 17% ha visto cómo sus líneas de financiación se han cerrado de forma definitiva. “El sector financiero amenaza con dejar fuera de juego a la mitad de la industria”, señala Joan Pujol.
En muchos casos, no hay otra salida que la suspensión de pagos. Precisamente por su tejido de pymes Catalunya es la comunidad en la que más concursos de acreedores se presentaron en el 2008: 681, frente a los 390 de Valencia, que es la comunidad que aparece en segundo lugar, o los 337 de Madrid. Y, por si hubiera duda, los datos del Banco de España (ver gráfico) muestran un claro descenso en la concesión de nuevos créditos por importe de hasta un millón de euros, los que van destinados sobre todo a pymes.
Como en anteriores crisis, la morosidad se están convirtiendo en una lacra. “Podemos admitir que la Administración tiene un margen de actuación limitado. Pero lo que sí podría hacer de entrada es pagar puntualmente”, añade el secretario general de Foment.
En el encuentro de mañana no participará Pimec, que sin embargo también ha emprendido una serie de iniciativas con el mismo objetivo de llamar la atención sobre la gravedad de la situación. Su presidente, Josep González, acaba de comparecer en el Senado, donde ha reclamado una serie de reformas estructurales, entre ellas la del mercado de trabajo, mejoras fiscales y, sobre todo, que se obligue a la banca a dar créditos a las empresas.
Para González, es “lamentable” que, tras meses de sequía de créditos, los bancos se escuden ahora en el argumento de que “los problemas vienen del excesivo endeudamiento de un ciudadano o de una empresa”.
“Ni siquiera para proyectos de obra pública, que tienen la garantía del Estado, se puede obtener financiación”, señala. “Para poder afrontar esta situación son imprescindibles medidas destinadas a sostener el máximo de inversiones, como se ha hecho en Francia”, opina el presidente de Pimec. “También debería normalizarse del ritmo de concesión de hipotecas, porque eso aliviaría a las constructoras y, a la larga, a los propios bancos”, argumenta.
“Hay una gran confusión en el mundo empresarial”, advierte Juan Rosell, que explica que ya con anterioridad al encuentro promovido por los metalúrgicos se han celebrado otras reuniones sectoriales del textil, el transporte o las agencias de viajes con el mismo objetivo de analizar la problemática.
La situación es difícil para todos, pero quizá la industria metalúrgica catalana, muy dependiente de la fabricación de automóviles, es el sector que mejor ilustra la dureza de la crisis. Es el que más concursos y más expedientes de regulación de empleo está protagonizando. “Nosotros somos industriales, no hemos especulado con el boom del ladrillo y ahora pagamos las consecuencias”, dijeron fuentes de UPM.
Fuente | lavanguardia.es